lunes, 1 de marzo de 2010

...Y OTROS PUNTOS SOBRE OTRAS ÍES

Por Jorge C. Elena

En varias notas periodísticas de la prensa argentina pueden leerse diversas exhortaciones a que el gobierno disminuya el gasto público. ¿Sería esto lo correcto en la actual situación de desocupación por la que atraviesa la Argentina actualmente (8,4 % según cifras oficiales)? Claramente, no. El concepto medular en el que se basan las estrategias de corte neo-keynesiano que están ahora aplicando todos los países –grandes y chicos – afectados por la actual crisis económica internacional consiste en mantener la demanda interna aumentando el gasto público para crear fuentes de trabajo temporarias y, de esa manera, compensar la eliminación de empleos que está realizando el sector privado. Ya comentamos en la primera de estas notas (“Releyendo al Profesor Samuelson”-Post del 09/11/2009) que, dejando en esta coyuntura recesiva al sector privado por sí solo, sin intervención del Estado, se genera una espiral a la baja: a mayores despidos, menor demanda interna, menores ventas y nueva ronda de despidos y así sucesivamente. Todos los gobiernos han reconocido que, ante esta situación, combatir el desempleo es esencial y qué otra cosa que aumento del gasto público han sido los famosos “programas de estímulo” que están llevando a cabo los Estados Unidos, los países europeos, China, India, Brasil, etc.

A mayor abundamiento, veamos lo qué han dicho al respecto las principales personalidades del mundo financiero internacional. La lista es larga, así que tomaremos sólo dos de las más representativas:

(a) con fecha 14 de enero del corriente año, Dominique Strauss-Kahn, Director-Gerente del FMI, señaló “que los gobiernos del mundo necesitan seguir estimulando la economía”. Posteriormente, en la reunión de los ministros de economía del G-7, celebrada el 6 de febrero en Canadá, Strauss-Kahn efectuó declaraciones similares (dirigidas, naturalmente, a los países participantes de dicha reunión) al declarar que:”los países desarrollados podrían volver a caer en recesión si retiran sus estrategias de estímulo para combatir la crisis financiera global demasiado pronto”.

(b) También en la referida reunión del G-7, al efectuar el resumen de la misma, el ministro anfitrión, Jim Flaherty de Canadá, indicó:”Todos coincidimos en que es necesario un mayor estímulo. No hemos visto ningún crecimiento estable ni un reemplazo adecuado de la demanda pública por la demanda privada”.

Entonces, ¿por qué tanta insistencia en algunos círculos argentinos en reducir el gasto público, a contrapelo de lo que recomienda nada menos que el FMI y acuerdan los ministros del G-7? Propiciar un ajuste fiscal en situaciones recesivas es algo parecido a lo llevado a cabo por el Ministro Machinea a principios del año 2000 lo que, junto con una desfavorable coyuntura internacional, llevó a la crisis económica de 2001-2002. ¿Tropezará Argentina dos veces con la misma piedra?

Ahora bien, ¿cuáles son las limitantes del crecimiento del gasto público? Es la capacidad de financiamiento de dicho gasto. Por esa razón, ante el potencial rechazo por parte de los mercados de nuevos endeudamientos, muy a su pesar, Grecia y España han tenido que anunciar cortes en el gasto público. Eso para tratar de evitar un posible “default” en sus respectivas deudas externas, no porque fuera una medida adecuada para combatir la desocupación y la caída de la demanda interna. Así, en los próximos meses, los desocupados griegos, españoles y portugueses la van a pasar muy mal, por lo que se verá un fuerte aumento de la conflictividad social en dichos países. Resulta interesante notar que las recomendaciones a España y a Grecia, realizadas por la cumbre económica de la Unión Europea se parecen bastante a las que efectuaba el FMI a la Argentina en 2000-2001. Y bien puede ser que el resultado final sea el mismo: el ajuste fiscal para evitar el “default” termina generando una crisis económica y social aún mayor.

Así, la idea de utilizar las reservas del Banco Central para pagar deuda externa y, de esa forma, liberar recursos ya asignados en el Presupuesto, de forma de que se puedan financiar programas públicos de generación de empleo, no es intrínsecamente mala. Así es, pero con dos “caviats" importantes: (a) que esos pagos no sean embargables por los acreedores de Argentina (los “holdouts”), y (b) ante una innegable situación de pérdida de confianza de parte de la mayoría de la población en el gobierno, lo apropiado sería articular mecanismos de supervisión y de contralor, de manera de asegurarse que dichos recursos presupuestales liberados sean utilizados en forma correcta y destinados a inversiones públicas que maximicen la generación de empleo productivo. Simplemente limitarse a bloquear todo sólo puede llevar a mantener sin trabajo a cientos de miles de desocupados argentinos.

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