domingo, 14 de marzo de 2010

LOS DETRACTORES ARGENTINOS DEL TANGO I





Por Carlos A. Manus




Algunos escritores argentinos de fuste se dedicaron a desprestigiar el tango, a negar su origen o a renegar del mismo. Dado su prestigio o las posiciones relevantes que ocuparon, sus opiniones fueron acogidas en algunos periódicos nacionales y extranjeros, además de ser manifestadas en conferencias y charlas o vertidas en sus libros.

En la primera edición de Cosas de negros. Los oríjenes (sic) del tango y otros aportes al folklore rioplatense. Rectificaciones históricas del uruguayo Vicente Rossi -impresa personalmente por su autor en 1926 así como en las sucesivas ediciones publicadas con su título abreviado- éste expresó su asombro y desconcierto ante esa abjuración:

“La ‘arjentinidad’ (sic) del Tango tuvo sus impugnadores; fue un caso curiosísimo; eran arjentinos (sic) de figuración social e intelectual. (…) Rechazaron indignados la ‘arjentinidad’ del Tango, en varios diarios ingleses y franceses”.

Encabezaban la protesta Enrique Rodríguez Larreta –Ministro Plenipotenciario en Francia (diciembre 1910 a octubre 1916)- y Leopoldo Lugones quienes intentaron demostrar que, si bien el tango procedía de Buenos Aires, era allí un desagradable aparecido y no un nativo. Ambos explayaron sus agravios en París donde el tango ya se había impuesto, por lo que sus manifestaciones -contrariamente a lo que en su vanidad esperaban- fueron recibidas con total indiferencia.

Enrique Rodríguez Larreta
Entrevistado en París por un periodista, Enrique Rodríguez Larreta dijo:

“Se baila, en efecto, el tango en nuestro país, pero no en las pampas, sino en ciertas grandes ciudades y sobre todo en Buenos Aires: es un baile especialmente reservado a los lupanares, de donde no ha salido sino para conquistar la Europa… El tango, entre nosotros, es algo como el baile de los apaches, como la ‘chaloupé’ de las barreras…; además el tango es más una especie de aperitivo sensual que un baile… Una ciudad como París, la más delicada y refinada, no podría bailar el tango como la canalla de las pocilgas de Buenos Aires. Es el mismo baile, los mismos gestos, las mismas contorsiones; pero estoy seguro de que las parisienses ponen en todo eso la templanza, la medida que saben poner en todas las cosas y que hace que, para ellas, nada haya imposible… Hay en París por lo menos un salón donde no se baila el tango
argentino y ese salón es el de la legación argentina”.

Insistiendo en sus injurias, afirmó en otra oportunidad:

“El tango es en Buenos Aires una danza privativa de las casas de mala fama y de los bodegones de la peor especie. No se baila nunca en los salones de buen tono ni entre personas distinguidas. Para los oídos argentinos la música del tango despierta ideas realmente desagradables. No veo diferencia alguna entre el tango que se baila en las academias elegantes de París y el que se baila en los bajos centros nocturnos de Buenos Aires. Es la misma danza, con los mismos ademanes y las mismas contorsiones”.

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