miércoles, 17 de marzo de 2010

ISLANDIA II


Por Oscar Rodríguez-Rozic


Desde Francia

La crisis de Islandia comienza a reaparecer en las primeras planas de la prensa europea, ahora que la crisis de la deuda externa de Grecia ha sido por el momento soslayada gracias a heroicas medidas de ajuste fiscal puestas en marcha. Los trescientos mil islandeses se dieron el gusto de rechazar, en un plebiscito, una parte de la deuda externa que deben al Reino Unido y a Holanda. Eso les impide obtener desembolsos del FMI, nuevos recurso externos que imperiosamente necesitan e ingresar a la Unión Europea. Deberán dar marcha atrás, reconocer la deuda o vivir aislados y con lo propio únicamente.


Ambas crisis encierran enseñanzas para Argentina que sigue inmersa en una batalla política sin precedentes parlamentaria y judicial causada por el intento del poder ejecutivo de utilizar reservas del Banco Central por un lado para el pago de la deuda externa y por el otro para evitar un ajuste del gasto publico. Las maniobras del gobierno Griego para ocultar la magnitud del déficit fiscal, la del gobierno de Islandia convocando un referéndum para rechazar parte de su deuda y las del gobierno Argentino con el manejo de las reservas y los DNU son artilugios políticos que dificultan ver los verdadero problemas.


Las deudas externas son deudas, su legitimidad puede ser debatida como cuestión política o filosófica a nivel nacional, pero leyes, referéndums y la justicia nacional nada pueden hacer para que esas deudas desaparezcan. Se puede desconocer o dejar de pagar en todo o en parte la deuda externa, como lo hizo notoriamente Argentina e intento hacer ahora Islandia. Hacerlo obliga a aislarse del mundo financiero internacional. Los emparches que realizó Argentina con la renegociación de su deuda postergaron la solución del problema. Para obtener nuevos créditos Argentina deberá renegociar con los fondos buitres, arreglar con el Club de París y transparentarse con el FMI. Islandia tendrá que reconocer, le guste o no a los islandeses, la deuda con Gran Bretaña y Holanda.


Las reglas de juego del financiamiento internacional determinan que para poder endeudarse a tasas de interés razonables un país debe evidenciar una conducta fiscal y de comercio exterior razonable que de seguridad a los mercados de capital de la capacidad del país para atender puntualmente el servicio de su deuda.


La crisis Griega ilustra que su déficit fiscal es lo que provoca que no tenga acceso al crédito externo. Son los acreedores internacionales los que le dicen a Grecia que solo con una reducción violenta del gasto público podrá obtener fondos para evitar la bancarrota. Lo mismo le están diciendo a Portugal, que reconoce su débil situación fiscal y también comienza a ajustar el cinturón.


Nada de eso ocurre, por ahora, con respecto a Argentina cuya situación fiscal es mucho mas cómoda que la de Grecia y Portugal, tanto en términos del déficit fiscal con relación al PBI como en cuanto el monto total de la deuda pública interna y externa. Los acreedores externos actuales o potenciales de Argentina no le reclaman que reduzca su gasto público para poder endeudarse. Lo único que le dicen es que debe primero completar la renegociación de la deuda para obtener nuevos créditos.


La pelea del gobierno Kirchner con el Congreso y la Justicia poco tiene que ver con el pago o no de la deuda externa o su reconocimiento y renegociación. La pelea se refiere al monto del gasto público y al rédito político que su mantenimiento, aumento y destino provocan. Es la pelea clásica que enfrenta cualquier poder ejecutivo que no cuenta con una mayoría en el congreso o parlamento, dado que son esos cuerpos colegiados los que deciden el monto y dirección del gasto y del ingreso o endeudamiento fiscal para financiarlo. A lo mejor sería más fácil entenderse, llamando a las cosas por su nombre.

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