sábado, 6 de marzo de 2010

LA HORA DE LOS PAÑOS FRÍOS


Por Jorge D. Ferraris


La temperatura política del país se elevó, desde el momento en que la Presidenta, puso su mano sobre las posaderas de la oposición, revelando que le importaba un pito el rol institucional del Congreso, al anunciar que había dictado un nuevo DNU (que no es otra cosa que una ley), precisamente en el curso del discurso con el que inauguraba el inicio del período parlamentario. Es difícil pensar en una acción que pueda causar –dadas las circunstancias y el lugar-, mayor irritación.

En respuesta, la oposición aplicó con dureza la razón de su mayoría y posteriormente en una sesión express de la Comisión de Acuerdos, rechazó el pliego para que Marcó del Pont pueda ser confirmada por el Poder Ejecutivo, al frente del Banco Central, privando a esta ciudadana que hiciera sus descargos, necesarios desde que la objeción a su nombramiento deviene de su actuación en la ejecución del DNU más que a su falta de idoneidad para ocupar el cargo.

En adición a estos encontronazos, la hoguera fue atizada con ingredientes inflamables. La presidenta en un discurso a todo el país, acusó a la oposición de “rejuntado” con ánimo destituyente. No se salvó el Poder Judicial cuando habló de “jueces alquilados” y la remató con el anuncio de su decisión de no acatar los dictados que pueda pronunciar la justicia en contra de la posibilidad de pagar vencimientos de la deuda externa con parte de las reservas del Banco Central. Toda una confesión de rebeldía en potencia. Las respuestas vinieron de todos lados, sin que faltaran aquellas impregnadas con la misma insensatez: denuncias penales y menciones a la institución del juicio político.

Ha llegado la hora de los paños fríos. Hay tiempo. Todavía es viable consensuar una ley que recomponga el estropicio del presupuesto aprobado a fines de noviembre pasado. No es imposible especular en el uso de las reservas para el pago parcial de vencimientos de la deuda dentro del periodo. Todavía puede pensarse en una ley que progresivamente, año a año, vaya aumentando la participación de las provincias en el “impuesto al cheque” (y en otros), para no ocasionar un problema fiscal de magnitud. Muchos de los problemas que atosigan la convivencia política, son producto del fundamentalismo con el que algunos defienden sus ideas, y me refiero tanto al oficialismo como a la oposición.

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