viernes, 29 de enero de 2010

LIBROS Y LIBRERIAS


por Oscar Rodríguez-Rozic

Desde Francia




Librerías y los libreros parecería que están condenados a la desaparición. Cada vez es más fácil y conveniente comprar libros vía Internet, sin tenerse que desplazarse. Los lectores de libros electrónicos permiten leer libros que se obtienen gratuitamente en los sitios Internet de las bibliotecas y además permiten comprar libros en versión electrónica, mucho menos costosos que los libros impresos en papel. El año pasado, Amazon la gran empresa mundial de venta de libros por Internet, vendió más libros electrónicos que libros impresos.

Pero para muchos de mi edad, que descubrimos el placer de la literatura, hurgando libros en las librerías tradicionales de Buenos Aires, con libreros de carne y hueso que sabían de libros y con los que se podía hablar de libros, es triste constatar como estos bastiones tradicionales de la cultura van desapareciendo. En el barrio de Georgetown en Washington DC donde vivimos durante muchos años prácticamente no quedan ahora librerías salvo la de la cadena Barnes & Noble que es un supermercado de libros y revistas con personal que nada sabe de libros. Pero afortunadamente hay ciudades, como Buenos Aires, con abundantes librerías y libreros, que esperemos duren, a pesar de que cada vez mas porteños tienen acceso a conexión Internet de banda ancha.

En la ciudad de Aix-en-Provence de apenas 140.000 habitantes es notable y reconfortante el número de librerías existente. En el centro histórico de la ciudad, donde ahora vivimos, son diez en total y todas aparecen florecientes y, en algunos casos, agrandándose incorporando pequeños negocios vecinos. En los años que llevamos viviendo aquí solo una librería desapareció, para dar lugar a una sucursal de Hermes, la casa de artículos de lujo. En compensación, dos nuevas librerías fueron abiertas.

En una zona adyacente al centro histórico de Aix, recientemente renovada, hay una galería comercial muy frecuentada en la que se instaló una sucursal de la cadena Fnac, muy apreciada en Francia para la compra de equipos de fotografía, sonido, video e informática, además de grabaciones de música y películas. La Fnac no es el lugar al que yo iría a buscar libros pero, de todos modos, hace unos días, fui a la sección libros de esta Fnac con Anne-Marie mi mujer que publicó un libro en inglés y tenía curiosidad por ver si vendían libros en ese idioma. Así descubrí que la Fnac tenía una sección dedicada a libros en otros idiomas que el francés. La sección era bien pequeña con algunos libros en inglés, italiano, alemán y holandés y en un rinconcito vi un cartel que decía “V.O. Espagnol” (Versión Original en Español). Allí había, en total, unos veinte libros y encontré para mi sorpresa un libro de Ernesto Sábato, que no conocía: Antes del Fin.

Lo devoré casi de un saque; es un libro muy pequeño. Quise releer el Informe sobre Ciegos pero no pude encontrar mi copia de Sobre Héroes y Tumbas, comprada en la calle Florida en Buenos Aires hace añares, seguramente prestada a algún amigo de esos que no devuelven cosas prestadas. No me fue nada difícil bajar de la Internet, sin costo alguno, el Informe sobre Ciegos, que leí sin dificultad en mi computadora.

Yo daba a Sábato por muerto pero gracias a la Internet, buscando el Informe sobre Ciegos, descubrí que vive, alejado del mundanal ruido en vieja casona suburbana. Dicen que cuando uno da a alguien por muerto que no lo es, le alarga la vida. Puede que así sea. Esperemos que Ernesto Sábato festeje su centenario. Falta poco. Sería una buena ocasión ese centenario para que los que amamos los libros adoptemos la resolución de comprarlos en librerías, aunque resulte un poco más caro que hacerlo en supermercados o por medio de la Internet. Salvemos a las librerías que nos quedan. Sería una verdadera lástima que las librerías y los libreros desaparezcan.

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