miércoles, 3 de febrero de 2010

CENTRAL-GATE, FIN DE LA NOVELA.


por Jorge D. Ferraris



El dictamen de la Comisión “Bicameral”, ha dado fin a novela del Central-gate. Los dos actores principales de esta saga, los Kirchner y Cobos, salen con magulladuras. Los primeros por un cúmulo de razones, pero preferimos concentrarnos en dos de ellas, que enumeramos, sin priorizarlas. Los DNU, que emergían como una herramienta del Poder Ejecutivo, para eludir a un Congreso hostil desde el 10 de diciembre/09, han dejado de ser idóneos para ese objetivo. Las últimas interpretaciones de la Justicia, los han colocado desde el punto de vista de su justificación, en su verdadero carácter de excepcionalidad, al establecer con mayor precisión, lo que debe entenderse por “necesidad” y “urgencia” para que estas circunstancias tengan viabilidad jurídica y permitan obviar, por lo menos en lo inmediato, la participación del Congreso. En otro andarivel, diversas declaraciones y medidas adoptadas por altos funcionarios del gobierno, le dieron a la contingencia, ritmo de comedia de enredos. Desde el Ministro que anunció el nombramiento de Blejer como sucesor de Redrado, hasta el otro que luego de enviar a la policía frente al Banco Central para que no permitiera la entrada de su presidente, porque había dejado de serlo, declarara, luego de conocer finalmente la renuncia de Redrado, que la misma sería rechazada por la Presidenta. Dejamos de lado otras pifias oficiales, como la diversidad de objetivos que le atribuyeron al “manotazo”. Desde garantía para el pago de la deuda hasta constituir prácticamente un fondo para el “desarrollo económico” del país, que el presupuesto recientemente aprobado, no contempla.

Cobos no sale ileso de este embrollo. Repasemos los hechos. A partir de la nueva composición del Congreso y en conjunción con la relevancia que Cobos empieza a apalear en las encuestas presidenciales, el Kirchnerismo instruyó a la “elite” de sus Gurkas, que atacara a Cobos frontalmente, presentándolo como un obstáculo a la gobernabilidad. Para demostrar la viabilidad de esta acusación, la Presidente suspendió un viaje a China. Es decir, al servicio de la táctica para el empinamiento personal absoluto en el poder, no importó lesionar la trama de una alianza internacional de alto beneficio para el país. Es, en este contexto de falsa inestabilidad, en el que Cobos debe decidir la cuestión “Redrado”. De seguir el consejo de sus correligionarios, en el sentido de abstenerse de dar su opinión, habida cuenta de la renuncia de Redrado (que convertía en abstracto el asunto), se hubiese generado una situación prácticamente insoluble con un derrape casi seguro en un conflicto de poderes. En este caso, los objetores de Cobos tendrían una prueba irrebatible de la autenticidad de sus acusaciones. Cobos eludió caer en la trampa, pero dejó un “gusto amargo” en el paladar de los Gurkas de la oposición (que también los tiene).

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