miércoles, 25 de noviembre de 2009

OTRA MANO DE DIOS

por Oscar Rodríguez-Rozic

Desde Francia

No confundamos las cosas, el juego es el juego, la moral es la moral.

La mano no fue de Dios esta vez sino de Thierry Henry. Una mano color café con leche, como las de los siete franceses de origen africano que integraron el equipo de Francia que enfrento a Irlanda, cuyos once jugadores exhibían todos manos blancas de tono rosado.

Henry reconoció, terminado el partido, haber tocado dos veces con sus manos la pelota deliberadamente, en el área chica, antes de provocar el gol que le dio a Francia la calificación para el mundial en Sud África. Dio a entender que una cosa es la moral y otra el futbol.

Casi todo encuentra una explicación filosófica en la prensa oral y escrita de Francia. El que tantos futbolistas provengan de minorías de origen africano en el equipo nacional es la consecuencia de la falta de oportunidad de los jóvenes de esas minorías para encontrar caminos de excelencia en otras actividades. Convertirse en deportistas profesionales sería para ellos la alternativa más fácil para superar la marginalidad.

Se considera que si el árbitro no vio la mano de Henry y no sancionó la falta, nada se puede hacer, pues la FIFA no ha previsto mecanismo alguno para rever el resultado del partido.
Se considera además que no es bueno adoptar para el fútbol profesional la tecnología que se utiliza en otros deportes profesionales, de consultar el video del incidente. El futbol es el deporte popular y mundial por excelencia que se debe jugar con las mismas reglas de juego en un club de barrio y en el Estadio de Francia, con un solo árbitro y dos jueces de línea, sin necesidad de cámaras que filmen el partido. La solución que ofrecen los comentaristas franceses es poner dos jueces adicionales estacionados en las dos áreas chicas, para ver y recomendar al árbitro sancionar las faltas que allí ocurran. Esta solución, más barata que instalar cámaras de televisión, sería universal y estaría al alcance de todos los clubes de barrio de todo el mundo.

Creo que por ser menos filosófica, la explicación que dio Maradona es mejor. Yo no lo hice, alguien lo hizo o me lo hizo hacer. Maradona, por las dudas, hizo otro gol más en el mismo partido. No fue el caso de Henry, que no citó a Maradona y creo que no esta demasiado arrepentido de su falta moral. Tal vez Henry conoce otras cosas argentinas, como la letra de aquel tango que, hace mucho, sentenció que la moral se ahogó en la sopa. Solo un profundo conocedor del tango y su filosofía, como Carlos Manus podría tal vez profundizar el análisis aquí esbozado.

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