martes, 17 de noviembre de 2009

SUBTES EN HUELGA.


por Oscar Rodríguez-Rozic


Desde Francia


Bien sabemos cuantas cosas tienen en común Buenos Aires y París. A todas ellas habría ahora que añadir que sufren al mismo tiempo huelgas de sus subterráneos.

Las causas del conflicto en Buenos Aires no tienen relación directa con las condiciones de trabajo de los huelguistas, que no demandan nada de la empresa que los emplea. El sindicato de los conductores de trenes, en rebeldía con la central única sindical, demanda ser reconocido por el gobierno nacional.

La huelga en París paraliza las dos grandes líneas que recorren los ejes norte-sur y este-oeste de la ciudad y sus suburbios. La huelga en una línea es para que se aumenten los efectivos, para evitar tener que trabajar horas extras, que son por supuesto, bien remuneradas. La huelga de los conductores de la otra línea es más difícil de explicar. Hasta hace poco, los conductores de esta línea eran empleados de dos empresas estatales distintas, la de los subterráneos y la del ferrocarril nacional. Los subtes debían detenerse a medio camino para cambiar conductores. Para evitar las grandes demoras que esto causaba se resolvió permitir que unos y otros conductores recorrieran toda la longitud de la línea. Se otorgó a los conductores involucrados un bono mensual adicional, supuestamente para compensar sus recorridos más largos. La huelga tiene por objeto que ese bono adicional se convierta formalmente en el salario, a los efectos de la jubilación.

Si los habitantes de Buenos Aires, ya sea que usen o no el subterráneo, tienen dificultad en entender y solidarizarse con los motivos de la huelga que los afecta de todos modos, sugiero que se consuelen pensando que lo mismo les pasa a los habitantes de París y sus suburbios y particularmente a los que deben ir a los aeropuertos, servidos por la línea B, que tampoco comprenden ni comparten los motivos de esa huelga.

Es proverbial la tolerancia y la solidaridad de los franceses por los problemas que les causan las huelgas en los servidores públicos pero hubo consenso en que se adoptaran, hace un año, leyes que garanticen un mínimo, igual al cincuenta porciento, de servicios de transporte público en caso de huelgas, que deben ser anunciadas con un preaviso mínimo de varios días, para que los usuarios se organicen y utilicen otros medios de transporte. La ley prevé que los huelguistas recalcitrantes pueden ser movilizados y obligados a trabajar. Pese a esta ley y el anuncio del Presidente Sarkozy que se habían acabado las huelgas de transporte público, las dos líneas pararon completamente y causaron embotellamientos y demoras considerables en todo el sistema de transporte urbano de París.

Posiblemente pasará lo mismo si el Gobierno Argentino declara ilegales las huelgas del subte de Buenos Aires.Los conductores de subtes de Buenos Aires no consiguen su reconocimiento gremial pero, como buenos trotskistas que aparentemente son, continúan la lucha “hasta la victoria”. Los huelguistas franceses, no menos ideológicos, son más prácticos y casi siempre obtienen algo. Han inventado un nuevo tipo de huelga que no intenta una reivindicación laboral sino evitar que ocurra un hecho futuro, juzgado inconveniente para el gremio. Un lindo ejemplo de este tipo de huelga “preventiva” tuvo lugar en Marsella, hace pocas semanas. Los conductores de camiones recolectores de residuos del arrondissement 14 bloquearon todos los centros de procesamiento de residuos de la ciudad durante siete días y provocaron un verdadero caos con la acumulación de doce mil toneladas de residuos en las calles de esta ciudad de más de dos millones de habitantes. La huelga fue hecha para evitar que el año que viene, el servicio de recolección en ese arrondissement, que esta ahora a cargo de una empresa privada, sea objeto de una nueva licitación y que la actual empresa no sea adjudicataria. Pedían que quien quiera que ganara la licitación debía emplearlos. Las autoridades municipales anunciaron que no habrá nueva licitación para la provisión del servicio.

En Buenos Aires los colectivos, taxis y remises son propiedad y están manejados por microempresarios que no se hacen huelgas a si mismos. En París salvo los taxis, todos los que manejan medios de transporte público están sindicalizados y dispuesto a parar por algún motivo, por difícil que sea entenderlo o compartirlo. Eso sí, deberán dar preaviso.

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