miércoles, 30 de diciembre de 2009

POLITICAMENTE CORRECTO


por Oscar Rodríguez-Rozic


Desde Francia


Como definir la frontera entre lo políticamente correcto e incorrecto, es algo que se debate hoy en Francia. Es algo que también se debate en Argentina, con motivo de la designación y renuncia forzada de Posse como Ministro de Educación de la ciudad de Buenos Aires.

La estructura que dio el Presidente Sarkozy a su equipo ministerial fue una demostración de corrección política. Incluyó una pequeña dosis de disidentes del partido socialista, como el Ministro de Relaciones Exteriores Kouchner y significativamente a dos mujeres provenientes de minorías raciales.

Una de ellas es Rachida Dati, la muy fotogénica y mediatizada Ministro de Justicia durante los dos primeros años de la presidencia Sarkozy cuyos padres provenientes de Marruecos y Argelia. Se permitió algunos desplantes con la dirigencia política del partido del Presidente al que pertenece. Se le solicitó que se presentara como candidata a las elecciones de diputados al Parlamento Europeo, lo que la obligó a renunciar a su cargo en el gabinete. Allí sigue, en Estrasburgo, menos mediatizada pero elegante y fotogénica como siempre, aguardando un futuro político más prominente.

La otra representante de minorías raciales en el gabinete de Sarkozy es la también muy fotogénica y bastante mediatizada Rama Yade, originaria en Senegal. Ocupo durante los primeros dos años del gobierno la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores. Sus desplantes, que la prensa difundió ampliamente, provocaron su designación como Secretaria de Deportes, cargo menos visible y dependiente de otro ministerio. El partido de la mayoría gubernamental esta tratando que se presente como candidata en las próximas elecciones departamentales. En términos muy crudos le sugirieron que procure obtener la gobernación de una región pobre del norte de París, con una población de origen africano muy significativa, que se identificaría con ella por afinidad de color de piel.

La inclusión de representantes de minorías raciales y culturales en el gabinete no impidió que prominentes miembros del gobierno de Francia y del partido mayoritario, se refirieran públicamente, durante las últimas semanas, a esas minorías raciales en términos peyorativos y políticamente incorrectos. Uno de ellos, por ejemplo, recomendó a los jóvenes franceses provenientes de esas minorías que dejaran de “hablar al revés” y de ponerse el gorro con la visera hacia atrás, como es la moda en las barriadas pobres, y que se comportaran como buenos franceses. Un ministro en una reunión política felicitó por su militancia a un joven de origen norafricano al tiempo que expresó su deseo de que no continúen llegando a Francia multitudes de inmigrantes de ese origen.

Todas estas confrontaciones entre lo que se percibe como políticamente correcto e incorrecto están explotando en el foro convocado por el gobierno, a principios de noviembre para definir la identidad francesa. Una figura prominente del partido mayoritario manifestó que cuando los minaretes superen en número a las catedrales, Francia habrá dejado de ser Francia. La oposición socialista acusa al gobierno de haber iniciado este foro para obtener un vuelco del voto nacionalista y ultra conservador en favor del partido gobernante en las próximas elecciones regionales. El jefe de la bancada mayoritaria anunció que propondrá una ley prohibiendo a las mujeres el uso de la Burqa, la vestimenta que solo deja ver los ojos, en la calle y lugares públicos. Solamente unas mil mujeres portan la burga en Francia. Se acaba de autorizar la construcción de la primera mezquita en Marsella, con un minarete menos alto que el proyectado y que no emitirá llamados a la plegaria.

La xenofobia es tan políticamente incorrecta como el elogio a las dictaduras militares. Sin embargo, es interesante notar que estas manifestaciones públicas de incorrección política no provocan renuncias en Francia. Tal vez lo sea porque la mayoría de los franceses no tolera a las minorías religiosas, raciales y culturales, aunque sea incorrecto profesarlo. Tal vez los porteños son más políticamente correctos que los franceses.

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