martes, 8 de diciembre de 2009

COMO EL AVE FÉNIX


por Oscar Rodríguez-Rozic

Desde Francia


En los años setenta, coherente con el credo ortodoxo neoliberal de desregulación, privatización y liberalización, los EE.UU., principal accionista e impulsor de las Instituciones Financieras Multilaterales, comienzan a desinteresarse de ellas, salvo en cuanto todavía pudieran servir a la política de apoyar a determinados países por razones estratégicas, en el contexto de la guerra mas tibia que fría. Como resultaba difícil deshacer el FMI y los Bancos de Desarrollo, se los deja vegetar, sin proporcionarles nuevos recursos. Promover el desarrollo económico y social del tercer mundo es considerado responsabilidad y función del sector privado y de las inversiones extranjeras.

A fines de los ochenta la sucesivas crisis de la deuda externa de países en desarrollo iniciadas con la de México hacen necesario arbitrar medios para rescatar a los bancos comerciales, especialmente los norteamericanos, que habían prestado irresponsablemente a esos países. El gobierno norteamericano redefine como funciones del FMI y de los Bancos de Desarrollo rescatar a los bancos privados del desastre y convertirse en los gestores de la renegociación de la deuda externa de los países endeudados, condenados a disminuir drásticamente el gasto público para crear superávits para pagar la deuda externa.

La renuencia de Ortiz Mena a que el Banco Interamericano cumpliera ese papel, bajo la tutela del Banco Mundial provoca su renuncia. Enrique Iglesias, llega entonces a la presidencia del Banco Interamericano y lo embarca sin titubeos en la nueva función de imponer las recetas del Fondo Monetario y el credo neoliberal, paradigma de la mundialización.

Pasan los años, cae finalmente la Cortina de Hierro y con ella una de las principales razones de ser de las Instituciones Financieras Multilaterales creadas en Breton Woods. Aparecen en la escena mundial nuevas potencias económicas como China, India y Corea. Países marginales como Irlanda e Islandia se convierten en “tigres” económicos. Superando la crisis de la deuda, Brasil y Argentina se recuperan y pagan anticipadamente los préstamos recibidos del Fondo Monetario para liberarse de su tutela. El Fondo Monetario se queda prácticamente sin clientes y debe considerar como disminuir sus gastos operativos y su personal, superfluo. El Banco Mundial y el Banco Interamericano, por su parte, continúan vegetando, dando nuevos préstamos sin nuevos aportes de capital, reciclando los recursos de capital existentes.

En 2008 se podía concluir que las instituciones creadas en Breton Woods habían cumplido su misión y que por ser innecesarias e irrelevantes, se irían extinguiendo, sin nuevos aportes de capital. Nadie hubiera podido imaginar entonces que, un año después, las reuniones del G20 recomiendan la triplicación de los recursos del Fondo Monetario y la duplicación de los recursos de los Bancos de Desarrollo, entre ellos los del BID.

Las Instituciones Financieras Internacionales renacen, como el Ave Fénix, de las cenizas de la crisis financiera mundial de 2008. Antiguos clientes del FMI volverán a necesitar préstamos. Nuevos clientes aparecen en Europa del este. Islandia, que dejó de ser un “tigre” nórdico pasa a ser desesperado receptor de préstamos, como Irlanda. El gobierno de Argentina se apresta a hacer las paces con los tenedores de bonos rebeldes e insinúa una vuelta a los mercados de capitales extranjeros y a la vigilancia, si bien no por ahora a pedirle préstamos y someterse a la tutela del FMI. Todo esto no deja de ser para mí un consuelo, como antiguo funcionario de una Institución Financiera Internacional y beneficiario de su Fondo de Jubilación, cuya sobrevivencia y robustecimiento son tranquilizantes. Mal o apretón de cinturas de muchos…

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