viernes, 14 de agosto de 2009

BONUS

por Oscar Rodríguez-Rozic
(Desde Francia)


El escándalo de las primas pagadas a los especuladores bancarios estalla nuevamente en Francia. Los diarios denuncian la inmoralidad de los bancos que, habiendo recibido fondos estatales para salir de la crisis en que habían caído, como sus congéneres de Wall Street, debido a la especulación desenfrenada, vuelven a otorgar millonarias primas a sus operadores.

El antiguo escándalo de las pérdidas billonarias causadas por un “trader” de la Societé Générale, hace mas de un año, similar al que causara años atrás la desaparición de Baring Brothers, la venerable casa bancaria que le diera a Rivadavia el primer préstamo externo que recibiera Argentina para construir el puerto de Buenos Aires, reaparece también ahora, cuando dos de sus dirigentes máximos deben renunciar, investigados por tráfico de influencia por la entidad de supervisión bancaria.

Otros escándalos vinculados al uso de fondos públicos resuenan como lejanos ecos en el Río de la Plata, con motivo del allanamiento hace pocos días del petit hotel de la Recoleta de María Julia Alsogaray, provocado en el intento de la justicia de recuperar algunos millones de pesos mal habidos por la antigua funcionaria del gobierno de Menen.

María Julia Alsogaray debía tener pocos años de edad entonces, pero estaba ya dotada de un gran poder de influencia sobre los hombres con poder. Recuerdo que cuando llegué por primera vez a Washington, en 1968, recién reclutado como funcionario del Consejo Nacional de Desarrollo, gracias a una beca de las Naciones Unidas que recibí para conocer las organizaciones internacionales, fui a hacerle una visita de cortesía a Álvaro Alsogaray entonces embajador ante la Casa Blanca. Me enteré entonces que Alvaro Alsogaray no bien instalado en Washington, había hecho construir, para su hija, una pileta de natación en la residencia, la cual ocupaba casi todo el espacio libre de un jardín bastante pequeño de ese petit hotel particular vecino del que sirviera de residencia a Sarmiento, no muchos años después del empréstito de Baring Brotheres al Gobierno de Rivadavia. Lujo desmesurado a costa del Estado, como el que se permitieran años después muchos funcionarios allegado a Menen.

Pareciera, por suerte, tanto aquí en Francia como allá en Buenos Aires, que llega la hora de la rendición de cuentas. Tal vez mas que denuncias airadas sobre la inmoralidad de las primas que los bancos privados otorgan a sus dirigentes y operadores especulativos, tema que por lo demás ya fue considerado en la Cumbre del Grupo de los 20, o de intentos de regular el monto y las condiciones de dichas primas, creo que sería mas practico aplicar a estos enriquecimientos y un impuesto a la renta muy alto y progresivo. Un impuesto, por que no, confiscatorio. Sería una forma efectiva y moralizadora de hacerle volver al Estado los fondos gastados para el salvataje de los bancos privados, algo más práctico y directo que lo que se puede lograr, con los juicios por malversación de fondos públicos como el que le siguieron a María Julia Alsogaray.


1 comentario:

  1. Muy buena y oportuna tu entrada. Lo mismo paso en Estados Unidos, publicado hace unos dias y aqui en Argentina es cosa corriente. Apoyo medidas que a nivel internacional vayan "disciplinando", ojala, sirva para aplicar a mucho de lo que a mi entender son negocios oscuros?. Marta

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