miércoles, 12 de mayo de 2010

LOS DILEMAS DEL CENTRO IZQUIERDA CON REPRESENTACION PARLAMENTARIA


Por Jorge D. Ferraris



El espacio de “centro-izquierda” en la actualidad, en nuestro país, es amplio y difuso. Nos perderíamos en una maraña de controversias ideológicas si pretendiéramos referirnos globalmente a todo el espectro que hoy en la Argentina, puede merecer la calificación de centro-izquierda o izquierda sin moderaciones. De ahí que nos referiremos a las asociaciones que hoy cuentan con representación parlamentaria, habida cuenta que, dada la fragmentación política del presente, le otorga a este agrupamiento un rol como no tuvo, desde hace tiempo, en el contexto de los mecanismos donde se definen las decisiones políticas de orden legislativo. Concientes del potencial que les confiere la unidad, aún con grandes esfuerzos para mantener la coherencia en las votaciones, este conjunto, hasta hoy, ha utilizado con inteligencia su posición de tercero regulador en situaciones en las que se exteriorizaban confrontaciones, con posiciones equilibradas entre el Kirchnerismo y la oposición.


Pero el espacio conlleva dentro de sí la génesis de una disidencia que tarde o temprano tendrá que blanquearse. Y ello nace cuando se trata de diseñar el contexto definitivo de las relaciones del centro-izquierda parlamentario con el peronismo Kirchnerista.


Si leemos con detenimiento nuestra Historia comprobaremos que los grandes partidos que en su momento dominaron la escena política, independientemente de sus declaraciones, no han tenido vocación “frentista”. En los casos en los que se cumplieron los objetivos electorales, y las fuerzas que compusieron la asociación, llegaron al poder, los componentes menores nunca tuvieron un grado de coparticipación efectiva en el diseño y en la aplicación de las políticas que constituyeron los programas de gobierno. Estas particularidades fueron cooptadas o ignoradas. En la mayoría de los casos, estas alianzas, fueron excusas para justificar una repartija de posiciones secundarias para contentar a los socios menores, que una vez en el poder, abandonaron sus rasgos diferenciales para engrosar la corriente de la fuerza principal.


En el caso del Kirchnerismo, su vocación hegemónica no da lugar para socios que, en determinadas situaciones puedan disentir o contribuir con alternativas en los procesos decisorios, porque simplemente no serán, ni siquiera escuchados. Por otra parte el “modelo” que dicen aplicar no es un planteamiento estratégico al que se lo pueda calificar de progresista, sus “volantazos hacia la izquierda” son el producto de un oportunismo táctico. Colocado el accionar del Kirchnerismo en un contexto de largo plazo, constituye un intento fallido de instaurar un populismo tardío.

Para que sirva como basamento de una reflexión sobre el tema, me parece oportuno citar una frase de Rodolfo Puiggrós, uno de los íconos de la izquierda que desarrolló sus ideas dentro del peronismo, con la solicitud respetuosa que sustituyan el término “peronismo” por “kirchnerismo”:

“Es muy fácil seleccionar errores en el peronismo, como también lo es la selección de sus aciertos; lo importante es determinar si el peronismo representa realmente el proceso social argentino en su superación continua.”

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