por Jorge D. Ferraris
Cuando los Kirchner decidieron enviar al Congreso el proyecto de ley de Medios Audiovisuales, sabían los riesgos que corrían. Una derrota tendría consecuencias peores que las que tuvo el fracaso de la resolución 125. Por ello, cuando avizoraron la posibilidad de no llegar a los 129 diputados que necesitaban, contrariando su consabida intolerancia, tuvieron que aflojar para obtener los votos redentores del “centro izquierda” y de los socialistas de Binner. Esta vez no jugaron al “todo o nada” sino al “todo o algo”. Disminuyeron la envergadura de un posible negocio con Telecom (al excluir a las telefónicas) y admitieron hacer un poco más dificultosa la posibilidad de manejar a su arbitrio, la autoridad de aplicación de la ley. Evaluando estos antecedentes, la posibilidad de que el oficialismo gane la votación en el Senado, ha crecido.
Esta vez los que jugaron al “todo o nada” fue el conglomerado opositor (pan-radicalismo, Coalición Cívica, PRO y peronismo anti-K). Se retiraron del recinto dejando que el oficialismo, más sus aliados circunstanciales, resolvieran la cuestión bajo su total responsabilidad. No se puede saber hasta que punto, es posible calificar a esta conducta como un “error estratégico”. Esta actitud categórica, los terminó colocando como postulantes de una alternativa no querida por ellos. El oficialismo aprovechó este dogmatismo, para instalar un falso dilema: “ley de la dictadura” o “el proyecto del Ejecutivo”.
Es difícil dilucidar qué los llevó a despreciar las posibilidades que les brindaba una negociación con el “centro izquierda”, espacio en el que se hallaban los socialistas de Binner. No se puede saber si la visualización de una derrota del el oficialismo, cuyas probables consecuencias darían lugar a especulaciones sobre la futura gobernabilidad, los obnubiló; o una cuestión de principios ante el atropello que sufrieron en la reunión conjunta de las comisiones que suscribieron el dictamen, donde el oficialismo “los pasó por arriba” ignorado los procedimientos reglamentarios.
Si se hubiesen quedado, los ciudadanos no solo hubiéramos conocido mejor sus argumentos, sino además, de haberse unido al “centro izquierda”, la oposición hubiese conseguido mayores modificaciones que, si bien no convierten al proyecto en una ley ideal, amortiguan las posibilidades de dejar el campo mediático al arbitrio total del gobierno.
Basta, para confirmar lo anterior un solo tema. Si la oposición se hubiese quedado hasta el tratamiento en particular de cada artículo, la disposición del proyecto de ley que le da a los multimedios un año de plazo para adaptarse a sus disposiciones, podría haberse extendido. De hecho este artículo obtuvo sólo 107 votos a favor y 26 en contra. Esta es una disposición clave para los planes del gobierno. Lo exiguo del plazo obligará prácticamente a un “remate” de medios, creará el río revuelto que necesitan los pescadores que cuentan con el apadrinamiento del oficialismo.
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